¿Qué son las Corrientes inducidas?

Los ensayos no destructivos por corrientes inducidas son una técnica utilizada para detectar y evaluar la presencia de defectos en materiales conductores, como metales. Este método se basa en la inducción de corrientes eléctricas en el material mediante la aplicación de un campo magnético variable.

El principio básico de los ensayos por corrientes inducidas es el siguiente: cuando una corriente alterna es aplicada a una bobina de prueba, se genera un campo magnético alternante a su alrededor. Este campo magnético interactúa con el material conductor bajo prueba, induciendo corrientes eléctricas en su interior, que a su vez generan su propio campo magnético. Estos campos magnéticos generados por las corrientes inducidas interactúan con las características del material, como su conductividad eléctrica, su permeabilidad magnética y la presencia de discontinuidades o defectos, lo que permite detectar y evaluar posibles irregularidades.

El ensayo por corrientes inducidas se realiza mediante el uso de una sonda o bobina de prueba que se coloca en contacto o cerca de la superficie del material bajo inspección. La sonda emite una corriente alterna de alta frecuencia, generando un campo magnético variable que penetra en el material. Si el material es homogéneo y no presenta defectos, las corrientes inducidas se distribuirán de manera uniforme y producirán un patrón de campo magnético característico. Sin embargo, si hay una discontinuidad o defecto en el material, como una grieta, una porosidad o una falta de material, las corrientes inducidas se ven afectadas y el patrón de campo magnético se altera. Esto permite a los inspectores identificar y evaluar la presencia y la ubicación de los defectos.

Los ensayos por corrientes inducidas son ampliamente utilizados en la industria para la detección de defectos en una variedad de aplicaciones, como la inspección de componentes de aeronaves, tuberías, estructuras de acero, rotores de generadores eléctricos, piezas de fundición, entre otros. Ofrecen ventajas como la rapidez, la portabilidad y la capacidad de inspeccionar a través de recubrimientos no conductores, lo que los hace ideales para su uso en una amplia gama de aplicaciones industriales. Sin embargo, también requieren de personal capacitado y una interpretación cuidadosa de los resultados para una correcta evaluación de los defectos detectados.